domingo, 24 de mayo de 2015

La herencia de la rosa blanca



Este es uno de los libros que me regalé por el día del libro, un día muy especial para mí que me encanta leer y que devoro todo lo que cae en mis manos. Lo que me atrajo de esta novela fue la historia que se alarga en el tiempo: tres generaciones de una misma familia que pasan por amores y venganzas cuando el destino les cruza con las mismas personas y familias a lo largo de su vida.
Los O'Connor son una familia adinerada y acomodada de la ciudad de Nueva York, Edward llegó siendo un niño con su familia desde Irlanda y la vida les ha sonreído y han amasado una enorme fortuna. Pero, por desgracia, su vida personal se rompe con la muerte de su mujer por los nazis en la Segunda Guerra Mundial, lo que le lleva a querer vengarse del responsable de su muerte. Años después su hijo Patrick se enamora locamente de Julia, alemana que conoce en Munich  pero que hará que su relación con su padre se rompa debido al pasado de Julia. Y más tarde Ben O'Connor, el hijo de Patrick y Julia, vive una intensa historia de amor con Sophie en París.
Las tres generaciones están muy relacionadas con las vivencias que han tenido y los que se cruzan en su camino, así es como al final de la novela descubrimos qué es la Rosa Blanca y la labor tan importante que tuvo durante la Segunda Guerra Mundial. Una historia estupenda que me ha hecho leer más sobre ella. No tengo muy claro si me ha gustado el final, viendo cómo iba a acabar, el camino que estaba llevando, no me estaba atrayendo pero finalmente casi me ha convencido y he de decir que está maravillosamente llevado. Ha sido muy intenso y emotivo y lo he leído con un nudo en la garganta.
Próxima lectura: Lo que escondían sus ojos, de Nieves Herrero.

martes, 19 de mayo de 2015

El jilguero



Después de leer críticas de todo tipo, incluido un artículo de por qué no leerse este libro, decidí que quería tener mi propia impresión y empezar a leerlo. Menos mal que decidí hacerlo porque para mí este libro es increíble, espectacular, enorme y me ha encantado. Una gran obra que ha ocupado gran parte de mi tiempo debido a su longitud y las ganas de avanzar en la historia.
La vida de Theo y su relación con el jiguero, un pequeño cuadro de Fabritius, pintor de la época de Rembrandt y Vermeer, que marcará de forma intensa su joven existencia. Theo vive arropado por su madre en la ciudad de Nueva York (de nuevo un libro con un marco espléndido y una descripción de la ciudad que te hace estar allí en todo momento); están los dos solos, abandonado por un padre alcohólico cuando ocurre un desastre espantoso que hace que su existencia cambie para siempre. A partir de ahí su vida da un giro radical, siempre vivirá con la sensación de estar solo en el mundo, que a nadie le importa y que nada tiene sentido. Una espiral de autodestrucción casi permanente.
Lo mejor es no contar nada más del libro. Me veo poco capacitada para explicar el cúmulo de sensaciones que tenía leyendo la novela, entendiendo y comprendiendo a este joven personaje, sus relaciones con su familia y poco amigos. La sensación de soledad es permanente, como la que ya intuimos en Theo al principio de la novela, encerrado en un hotel en Amsterdam pensando en cómo su vida le ha llevado hasta ese momento.
Creo que es un gran libro que merece la pena leer. No creo que le sobren páginas ni que el final sea apresurado. Una novela que me ha llenado muchísimo y que espero que la gente disfrute tanto como yo.
Próxima lectura: La herencia de la rosa blanca, de Raquel Rodrein.