viernes, 19 de abril de 2019

No soy un monstruo



Estas novelas de suspense no son mis favoritas, siempre me parece que empiezan igual, se desarrollan igual y terminan igual. Lo único que cambia es la forma de narrarlo que muchas veces es lo que les convierte en grandes novelas. Este caso es uno de ellos, pero además, a medida que avanza la historia, cada vez nos sorprende más.
Acaba de desaparecer un niño de cuatro años en un centro comercial, el mismo donde dos años antes desapareció otro niño, de rasgos parecidos y de la misma edad. Para la inspectora Ana Arén, supone una vuelta a todo los dramas y preocupaciones de hace dos años y al miedo de no poder revolver la desaparición y encontrar al niño. Además, deberá enfrentarse a problemas dentro de la policía que harán que su trabajo se vuelva mucho más duro y complicado. Una amiga, famosa periodista, sufrirá también su propio drama particular, por lo que Ana tendrá que resolver y ayudar a su amiga siendo lo más profesional y eficiente posible.
Todo se convierte en una carrera contrarreloj, donde nada es lo que parece y para intentar comprenderlo, la escritora nos cuenta la vida de los personajes, sus problemas a lo largo de su vida, sus miedos que les acompañan y a lo que han tenido que enfrentarse y que les han convertido en las personas que son hoy en día. Esto es lo que nos centra en la novela, lo que nos hace verlo de otra manera porque en todo momento nos ponemos en su piel, en sus miedos, nos adelantamos a sus sentimientos.
Esta novela me ha sorprendido mucho, la forma en que lo cuenta es increíble, están constantemente pendiente de todo en la novela, queriendo saber qué es lo próximo y tienes el mismo miedo de saber si van a a llegar al final y de forma exitosa. El miedo de Ana por encontrar con vida a los niños es el mismo que sientes a medida que avanzas en la novela. Impresionante lectura con un final sorprendente.
Próxima lectura: Los buscadores de conchas, de Rosamunde Pilcher.

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