miércoles, 28 de enero de 2015

Ofrenda a la tormenta



Y una vez terminada esta estupenda trilogía, ¿qué se puede leer? ¿Qué lectura creo que va a acaparar de nuevo mi atención de la manera que lo han hecho estos libros? ¿Qué será de mí? Nada de lo que lea ahora sabré apreciar como se merece porque después de una lectura tan intensa, después de las emociones vividas, nada volverá a ser igual. Ningún libro podrá atraparte de igual forma que estos.
Esta tercer novela es totalmente una continuación de la anterior, la historia sigue porque, aunque lo parezca o algunos lo crean, no todo ha acabado. Empiezan a resolverse muchos de los misterios. Amaia y su equipo se ocupan de la que en principio parece una desgraciada muerte de cuna de un bebé de apenas unos meses pero la extraña actitud del padre, lo que la familia de la madre les cuenta y la relación que acaban estableciendo con otros casos, les hace pensar que hay mucho más. Y no explicaré nada más, porque como los anteriores libros, este debe ser leído de nuevo únicamente por el lector, sin influencias externas y vivirlo tan intensamente como se merece.
He de reconocer que con este libro me he sentido frustrada en ocasiones, queriendo gritar a Amaia para que se diera cuenta de lo que estaba ocurriendo porque hay algo que como lector externo se ve muy claro, como de hecho algún compañero de Amaia le quería hacer ver. Finalmente ella sola, mujer lista, independiente, valiente y sufridora, consigue llegar a la verdad. Con este libro he llorado, muchísimo, como casi nunca me hacen llorar los libros y para el que lo lea supongo que sabrá a qué parte me refiero. Me he puesto muchas veces en el lugar de Amaia y he sufrido y vivido intensamente como ella. Hasta este punto el libro te atrapa. Y de nuevo como un protagonista más el río, el bosque y todo el valle del Baztán. Un paisaje que aprendes a amar a través de Amaia y al que ahora tengo una ganas locas de ir y de sentir lo que ella siente.
Este trilogía es de obligada lectura. Echaré de menos a mi inspectora favorita Amaia Salazar.
Próxima lectura: El diablo en el cuerpo, de Raymond Radiguet.

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