Una obra de arte de la literatura, sin duda, uno de los mejores libros que he tenido el placer de leer este año. Emocionante, interesante, de rápida lectura, con unos grandes personajes que vas conociendo a lo largo de su vida y a los que sientes como algo tuyo.
Escrito en primera persona, no sabría decir quién es el verdadero protagonista de este libro. Para mí lo son prácticamente todos, en algunos momentos unos más que otros, pero son todos igual de importantes. Maugham nos presenta a un gran amigo, Elliot, que se rodea de la alta aristocracia parisina e inglesa y que vive sus días entre París y Londres, obsesionado por formar parte de este mundo y, por suerte, con la riqueza necesaria para poder estar ahí. Se encuentra por casualidad con él en Chicago, ya que es americano, y allí conoce a su hermana Louise y a su hija Isabel, una joven prometida a un chico llamado Larry, que ha estado en la Primera Guerra Mundial y le ha marcado profundamente. Larry no encuentra su sitio en el mundo y en realidad lo que quiere es descubrirse a sí mismo y tener otras experiencias. Rompe su compromiso y viaja a París, de ahí a Alemania, Italia, la India...
La vida de Larry y lo que lo que va descubriendo es realmente interesante. Se convierte en un joven que no necesita ningún tipo de riqueza material para ser feliz. Maugham le describe de tal manera que te enamoras de él y de su sonrisa desde el primer momento. La verdad es que, de una forma u otra, los personajes alcanzan sus objetivos, sus esperanzas en la vida y lo que esperan de ella. Admirable narración de todos ellos unidas en un gran libro.
Próxima lectura: A cada cual, lo suyo, de Leonardo Sciascia.
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